Yacen en el suelo a pasos de un corazón que ya no late
Sin embargo mis ojos hinchados en cansancio le ignoran
De la misma forma en que el corazón muere.
El ser de apariencia imponente y poco ortodoxa visitaba mis músculos cada noche que podía
Mientras yo rezaba a dioses de metal y aluminio una salvación momentánea
Un poco de relajación me tienta con su acidez estomacal, la que acostumbré a llevar por dos años
Pero nada es lo mismo y al parecer el esófago no aguanta.
Vuelvo a mirar al mísero peluche blanquecino que reposa en mis pies
Lamento a veces el día que llegó a mi
Su jadeo incesante parece calmar mi alma y sus impulsos destructivos
¿Si él no me quiere, entonces quién sí?
Lo observo mientras gasto tinta en hojas vírgenes que vírgenes siempre quedarán
Mientras el incesante jadeo no para de mirar la puerta de mi hogar
Maldigo a mi perro y los sentimientos que compartimos
Solo que yo no miro, puesto me cansé de llorar.
Y no espero al alma gemela, se equivocan si es así
Busco un escape de la agobiante rutina que la capital creo en mi ser
Un visitante de otros planetas que de igual forma busca un abrazo
o encontrar refugio en el resto de mí.
Pero no pasa nada, puesto que la vida no es ciencia ficción
O quizá si lo es, pero de forma aún más retorcida
Puesto que la siento y no la dibujo ni la intercalo
La siento al igual que hace nueve años atrás donde el monstruo perseguía mis sueños
Pero ya no son nueve años en el pasado, son nueve en el futuro ignorando las pérdidas
Y las ganancias han sido quizás demasiadas para un alma tan liviana
tan liviana que ansía volar
¿Pero cómo volar, si nadie dirige la parvada?
¿Seré yo? ¿Será Dios?
¿Será el perro o la figura indiscreta en el dindel de mi puerta?
Busco desesperadamente que algo cambie
que algo pase.
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